El Hospital Carlos Andrade Marín (HCAM), de referencia nacional y el más importante de la red del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), enfrenta los problemas más álgidos en sus 51 años: suspensión de las cirugías programadas a los afiliados y jubilados y desabastecimiento de fármacos e insumos médicos.
Estos inconvenientes se agudizaron a partir de marzo del 2020, debido a la pandemia de COVID-19. En ese mes, el sanatorio abrió sus puertas a contagiados, por lo que limitó la atención a los pacientes con otras patologías.
En el 2020, fueron tratadas 55 000 personas, es decir, casi la mitad de lo que se reportó en 2019. De ese total, 9 000 tuvieron problemas respiratorios leves, moderados y graves. Y de ellos, 5 000 fueron a hospitalización y a la unidad de cuidados intensivos (UCI). Antes de la emergencia sanitaria, en esas áreas hubo 2 400 personas.
Este incremento implicó la reorganización de los espacios de la casa de salud, destinando más camas para los infectados, y el uso de más medicamentos e insumos, explicó Édison Ramos, director técnico médico.
Él es parte de la nueva administración, posesionada el 8 de junio del 2021, un día después de la movilización protagonizada por médicos que trabajan en el sanatorio, además de pacientes. “En el área quirúrgica hay 20 camas; solo cuatro estaban habilitadas a cirugías de otro tipo, de emergencias”.
Las intervenciones quirúrgicas se suspendieron. Desde marzo del 2020 hasta el viernes 25 de junio se reportaron 6 442 represadas. Antes de la pandemia no había lista de espera para operaciones cardíacas, hoy suman 43, sin embargo, la mayor cantidad se concentra en el área de traumatología.
A eso se suma la escasez de fármacos. A la fecha, el abastecimiento llega al 34%. Es una cifra crítica para el funcionamiento de un hospital de especialidades, añade Ramos. (I)